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Los hacedores de fortunas tienen un segundo amor al dinero como una creación propia, semejante al afecto de los autores por sus propios poemas, o de los padres por sus hijos, además de ese amor natural por el uso y el beneficio.
Los hacedores de fortunas tienen un segundo amor al dinero como una creación propia, semejante al afecto de los autores por sus propios poemas, o de los padres por sus hijos, además de ese amor natural por el uso y el beneficio.