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  • El béisbol tiene que ser divertido, y ni todos los solemnes hombres de dinero con abrigos de cuello de piel, ni todos los desaliñados camarógrafos de los medios de comunicación y los reporteros de cara amarga que se agolpan alrededor de los banquillos pueden sofocar la estimulante amplitud y gracia de este deporte impúdicamente relajado, un juego de innumerables redenciones potenciales y curiosas decepciones.