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Aunque [el Papa sea un demonio encarnado], no debemos levantar la cabeza contra él, sino recostarnos tranquilamente a descansar en su seno... Quien se rebela contra nuestro Padre está condenado a muerte, porque lo que le hacemos a él se lo hacemos a Cristo: honramos a Cristo si honramos al Papa; deshonramos a Cristo si deshonramos al Papa.