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Cuando una persona, rindiéndose a Dios y creyendo en la verdad de Dios, está llena del Espíritu de Dios, hasta su más débil susurro será adoración.
Cuando una persona, rindiéndose a Dios y creyendo en la verdad de Dios, está llena del Espíritu de Dios, hasta su más débil susurro será adoración.