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  • La desgracia nunca es triste para el alma que la acepta; porque los tales siempre ven que cada nube es la cara de un ángel. Cada hombre considera que tiene precisamente las pruebas y tentaciones que le son más difíciles de soportar de todas las demás; pero son así, sencillamente porque son las que más necesita.

    "Letters from New York". Book by Lydia Maria Child, Letter No. 39, 1843.