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Mi vida cambió irrevocablemente hace cuatro años y medio, cuando mi columna vertebral falló y se desplomó. Pasé dos años en el suelo, con un dolor insoportable, debilitante e implacable. Sólo puedo describir el dolor como estar sumergido en una cuba de ácido hirviente atravesada por una corriente eléctrica. Y nunca puedes salir, nunca.