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¿Cuál es el mayor obstáculo al que se enfrenta la familia en estos momentos? El exceso de compromisos, la presión del tiempo. No hay nada que destruya la vida familiar más insidiosamente que los horarios agitados y las vidas ocupadas, donde los cónyuges están demasiado agotados para comunicarse, demasiado agotados para tener relaciones sexuales, demasiado fatigados para hablar con los hijos. Ese estilo de vida frenético es tan destructivo como uno que implica un pecado descontrolado. Si Satanás no puede hacerte pecar, te hará estar ocupado, y eso es casi lo mismo.