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En la juventud, es común medir el bien y el mal por la opinión del mundo, y en la edad, actuar sin otra medida que el interés, y perder la vergüenza sin sustituirla por la virtud.
En la juventud, es común medir el bien y el mal por la opinión del mundo, y en la edad, actuar sin otra medida que el interés, y perder la vergüenza sin sustituirla por la virtud.