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Los hombres son esponjas, que, para verter, reciben;
Que saben el juego falso, antes que perder, engañan.
Pues en los mejores entendimientos comenzó el pecado,
Primero pecaron los ángeles, luego los demonios y después el hombre.
Sólo acaso las bestias no pecan; miserables nosotros
Somos bestias en todo menos en la blanca integridad.