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El hombre es un miserable sin la mujer; pero la mujer es un monstruo -y gracias al cielo, un monstruo casi imposible y hasta ahora imaginario- sin el hombre, como su principal reconocido.
El hombre es un miserable sin la mujer; pero la mujer es un monstruo -y gracias al cielo, un monstruo casi imposible y hasta ahora imaginario- sin el hombre, como su principal reconocido.