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Antes de que se creara el mundo, cuando sólo había oscuridad, niebla y agua, Dios conocía bien el lago Wobegon, mi familia, nuestra casa, y me tenía todo esbozado hasta el tamaño que tendrían mis pies (grandes), la bicicleta que montaría (Schwinn) y las cinco mazorcas de maíz que cenaría esa noche.