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Ni la prosperidad ni el imperio ni el cielo pueden valer la pena ganarse al precio de un temperamento virulento, unas manos ensangrentadas, un espíritu angustiado y un odio vano hacia el resto del mundo.
Ni la prosperidad ni el imperio ni el cielo pueden valer la pena ganarse al precio de un temperamento virulento, unas manos ensangrentadas, un espíritu angustiado y un odio vano hacia el resto del mundo.