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Nuestra verdadera historia apenas es descifrada por los demás. La mayor parte del drama es un monólogo, o más bien un debate íntimo entre Dios, nuestra conciencia y nosotros mismos. Lágrimas, penas, depresiones, desengaños, irritaciones, pensamientos buenos y malos, decisiones, incertidumbres, deliberaciones, todo eso pertenece a nuestro secreto, y es casi todo incomunicable e intransmisible, aunque tratemos de hablar de ello, e incluso cuando lo escribimos.