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  • En cuanto al espíritu de pobreza, no recuerdo ningún momento en que no estuviera en mí, aunque sólo en esa infeliz pequeña medida compatible con mi imperfección. Me enamoré de San Francis of Assisi en cuanto supe de él. Siempre creí y esperé que un día el Destino me impondría la condición de vagabundo y mendigo que él abrazó libremente. En realidad, yo sentía lo mismo por la cárcel.

    "Waiting on God (Routledge Revivals)".