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  • Las hojas no se movían en los árboles, los saltamontes gorjeaban, y el monótono sonido hueco del mar que se elevaba desde abajo, hablaba de la paz, del sueño eterno que nos esperaba. Así debió sonar cuando no había Yalta, ni Oreanda aquí; así suena ahora, y sonará con la misma indiferencia y monotonía cuando todos nosotros ya no estemos. Y en esta constancia, en esta completa indiferencia hacia la vida y la muerte de cada uno de nosotros, se esconde, tal vez, una prenda de nuestra salvación eterna, del incesante movimiento de la vida sobre la tierra, del incesante progreso hacia la perfección.

    "The Lady with the Dog". Short story by Anton Chekhov, 1899.