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Los estadounidenses siempre hemos considerado Hollywood, en el mejor de los casos, un sumidero de depravada venalidad. Y, por supuesto, lo es. No es un monasterio protector de la verdad estética. Es un lugar donde todo es increíblemente caro.
Los estadounidenses siempre hemos considerado Hollywood, en el mejor de los casos, un sumidero de depravada venalidad. Y, por supuesto, lo es. No es un monasterio protector de la verdad estética. Es un lugar donde todo es increíblemente caro.