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Por desgracia, los pensamientos racistas, sexistas y homófobos no pueden abolirse por decreto, sino con los métodos tradicionales de la persuasión, la educación y la exposición al punto de vista del otro, o perdón, de la otra.
Por desgracia, los pensamientos racistas, sexistas y homófobos no pueden abolirse por decreto, sino con los métodos tradicionales de la persuasión, la educación y la exposición al punto de vista del otro, o perdón, de la otra.