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A veces me parece que toda la ciencia es una desfachatez; que la naturaleza puede permitirse ignorar nuestras impertinentes intromisiones. Si nuestras travesuras de mono llegaran alguna vez al punto de hacer estallar la tierra descomponiendo un átomo, e incluso aniquilaran al propio sol, no puedo suponer realmente que el universo se volviera un pelo.