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No pretendo preservar la cultura, ni registrar acontecimientos o historias reales. En lugar de ello, inclino la cabeza en señal de gratitud hacia los narradores que me han precedido y han allanado el camino para que yo pueda jugar en sus tierras. Sin duda, los que quieran sentirse ofendidos lo harán, lo que me permitirá hacerles felices a ellos también, lo que me complace tanto como a ellos.