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Cuando los hombres públicos se complacen en el abuso, cuando niegan a otros un juicio justo, cuando recurren a la insinuación y la insinuación, a la calumnia, el escándalo y la sospecha, entonces nuestra sociedad democrática es ultrajada, y la democracia es desconcertada. No tiene aparato para tratar con el grosero, el mentiroso, el patán y el antidemócrata en general.