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En Washington, como hemos sabido por las transcripciones de la Casa Blanca, un presidente puede hablar de dar patadas en el trasero, llamar a un problema "lata de gusanos", decidir no estar en la posición de atrincherarse básicamente, anticipar que algo va a dar en el ventilador, proponer aguantar, ver campos de minas en el camino, ver a alguien jugando duro, reclamar astucia política, y preguntarse qué golpe tienen algunos de sus asociados con otros.