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La oración personal, me parece, es una de las necesidades más simples de la vida, tan básica para el individuo como el sol, la comida y el agua, y a veces, por supuesto, más. Por oración entiendo un esfuerzo por entrar en contacto con el Infinito. Sabemos que nuestras oraciones son imperfectas. Por supuesto que lo son. Somos seres humanos imperfectos. Mil experiencias me han convencido sin lugar a dudas de que la oración multiplica la fuerza del individuo y pone al alcance de sus capacidades casi cualquier objetivo concebible.