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Mis ojos ya tocan la colina soleada. Yendo muy por delante del camino que he comenzado. Así nos atrapa lo que no podemos abarcar; tiene luz interior, incluso desde lejos- y nos carga, aunque no lo alcancemos, en otra cosa, que, apenas sintiéndolo, ya somos; un gesto nos agita respondiendo a nuestra propia ola... pero lo que sentimos es el viento en la cara.