El verdadero objetivo a largo plazo del Plan de Bienestar es la realización del carácter en los miembros de la Iglesia, dadores y receptores, rescatando todo lo que hay de más profundo en ellos, y haciendo florecer y fructificar la riqueza latente del Espíritu, que, al fin y al cabo, es la misión y el propósito y la razón de ser de esta Iglesia.