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A los estudiantes de alto rendimiento, el estudio les proporcionó el reto placentero y absorbente del flujo el 40% de las horas que dedicaron a ello. Sin embargo, a los de bajo rendimiento, el estudio sólo les producía fluidez el 16% de las veces; la mayoría de las veces, les producía ansiedad, ya que las exigencias superaban sus capacidades... Los de bajo rendimiento encontraban placer y fluidez en la socialización, no en el estudio.