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A pesar de todo su prestigio actual, Osama bin Laden y los terroristas suicidas siguen siendo considerados en todos los distritos, salvo en los más desesperados de Gaza o Peshawar, como románticos con pocas posibilidades de obtener algo más que victorias simbólicas, por sangrientas y brutales que sean. Eso da tanto a Oriente Medio como a Occidente una pequeña y lejana esperanza de seguridad.