No es ningún misterio por qué muchos de nosotros en los medios de comunicación no nos cansamos de los inventores Jayson Blair y Stephen Glass, el último de los cuales inventó más de una veintena de artículos falsos para el New Republic (y que escribió para otras revistas, incluida ésta, en una ocasión) a mediados de la década de 1990. Cualquiera -periodista, estudiante, académico- que haya mirado alguna vez una pantalla en blanco, con el cerebro rechinando de vacío, y haya pensado: "¿Cómo puedo llenar este agujero?", sabe que en esos momentos desesperados antes de una fecha límite, casi cualquiera puede hacer casi cualquier cosa: inventarse cosas, plagiar, garabatear medias verdades sin sentido.