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  • Muchas enfermedades, como la malaria, el dengue, la meningitis -sólo algunos ejemplos-, son lo que llamamos enfermedades sensibles al clima, porque esas dimensiones climáticas para las precipitaciones, la humedad y la temperatura influirían en las epidemias, en los brotes, ya sea influyendo directamente en los parásitos o en los mosquitos que los transmiten.