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Mis hijas son muy graciosas. Estás en el campo y hay bichos por todas partes y se ponen un poco como, '¡Oh Dios mío! Oh no, ¡bichos!' y tuve que decirles, 'Cariño, esto está bien. Este es su mundo y todo forma parte de estar en el campo'. Me di cuenta: "Dios mío, mis hijas son chicas de ciudad".