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Que los hombres se centren en controlar la reproducción de las mujeres para resolver los problemas de una sociedad parece poco menos que una locura o, en el mejor de los casos, una superstición. Pero la superstición o la locura de los hombres tiene consecuencias reales y nefastas para las mujeres que son su objeto. Y también los Estados se centran en los cuerpos de las mujeres, tal vez para crear la ilusión de que los hombres controlan fuerzas incontrolables. De hecho, casi todos los gobiernos intentan controlar el cuerpo de las mujeres y regular su apariencia de alguna manera.