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Es una bendición sagrada nacer con las exquisitas cualidades de una hija de Dios. Las mujeres de Dios, tanto las mayores como las jóvenes, son espirituales y sensibles, tiernas y gentiles. Tienen una naturaleza bondadosa y cariñosa. Esta es su herencia. Nunca menosprecies los dones que Dios te ha dado. Desarrolla la divinidad que hay en ti.