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Hace treinta años, muchos economistas sostenían que la inflación era una especie de inconveniente menor y que el coste de reducirla era un precio demasiado alto. Hoy nadie esgrimiría esos argumentos.
Hace treinta años, muchos economistas sostenían que la inflación era una especie de inconveniente menor y que el coste de reducirla era un precio demasiado alto. Hoy nadie esgrimiría esos argumentos.