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Fantaseaba con "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald, me encantaba, y luego leí todo lo que J. D. Salinger tenía que ofrecer. Luego me aficioné a Kerouac, a su prosa espontánea, a su forma de escribir a partir de la conciencia. Le admiraba mucho, y tenía un gran romanticismo sobre los años 40 y 50".