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Tengo que admitir que hablar con autoridad sobre las historias de mis alumnos puede hacerme sentir, a veces, como un astronauta que acaba de aterrizar en un nuevo planeta e insiste en dar visitas guiadas a sus habitantes.
Tengo que admitir que hablar con autoridad sobre las historias de mis alumnos puede hacerme sentir, a veces, como un astronauta que acaba de aterrizar en un nuevo planeta e insiste en dar visitas guiadas a sus habitantes.