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En la actualidad, cerca del 40% de la contaminación por carbono de Estados Unidos procede de nuestras centrales eléctricas. No hay límites federales a la cantidad que esas plantas pueden bombear en el aire. No hay. Limitamos la cantidad de productos químicos tóxicos como el mercurio, el azufre y el arsénico en nuestro aire y agua, pero las centrales eléctricas pueden verter tanta contaminación de carbono en nuestra atmósfera como quieran. No es inteligente, no es correcto, no es seguro, y estoy convencido de que hay que ponerle fin.