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  • En el fondo de la filosofía susurra algo muy cierto y muy desesperado: Todo el mundo tiene hambre todo el tiempo. Todo el mundo se muere de hambre. Todo el mundo quiere mucho, mucho más de lo que puede digerir, pero el apetito no conversa mucho con el estómago. Todo el mundo tiene hambre y no sólo de comida: de consuelo, de amor, de emoción y de lo contrario a estar solo. Casi todo lo horrible que hace alguien es para conseguir esas cosas y conservarlas.