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La tarea política del científico social -como la de cualquier educador liberal- es traducir continuamente los problemas personales en cuestiones públicas, y las cuestiones públicas en los términos de su significado humano para una variedad de individuos. Es su tarea desplegar en su trabajo -y, como educador, también en su vida- este tipo de imaginación sociológica. Y es su propósito cultivar tales hábitos mentales entre los hombres y mujeres que se exponen públicamente a él. Asegurar estos fines es asegurar la razón y la individualidad, y hacer de éstas los valores predominantes de una sociedad democrática.
Temas
- Hombres
- Imaginación
- Política
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