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Todos los hombres odian a los desdichados; ¡cómo, pues, he de ser odiado yo, que soy miserable más allá de todos los seres vivientes! Sin embargo, tú, mi creador, me detestas y desprecias a mí, tu criatura, a la que te unen lazos sólo disolubles por la aniquilación de uno de nosotros.