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Llevo montándome en el carrusel de Central Park desde que tenía cinco años. Si estoy muy deprimida o si algo me preocupa hoy, mi marido, Larry, y yo volvemos al parque. Nos subimos al caballo del carrusel y empezamos a montar, y yo empiezo a cantar a pleno pulmón. Es pura y absoluta alegría y felicidad.