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La profesionalidad de la técnica y el destello de destreza resultan más cómodos que la fuerza creativa bruta, de ahí que nuestra sociedad recompense generalmente más a los intérpretes virtuosos que a los creadores originales.
La profesionalidad de la técnica y el destello de destreza resultan más cómodos que la fuerza creativa bruta, de ahí que nuestra sociedad recompense generalmente más a los intérpretes virtuosos que a los creadores originales.