Autores:
  • Ahora bien, si el principio de la tolerancia se admitiera una vez en la educación clásica -si se admitiera que el gran objetivo es leer y disfrutar de una lengua, y el acento de la enseñanza se pusiera en las pocas cosas absolutamente esenciales para este resultado, si a la tortuga se le diera tiempo para arrastrarse, y al pájaro se le permitiera volar, y al pez nadar, hacia las fuentes encantadas y divinas de Helicón- todos podrían a su manera llegar allí, y regocijarse en sus flores, su belleza y su frescor.

    Harriet Beecher Stowe (1866). “Little Foxes, Or, The Little Failings which Mar Domestic Happiness”, p.94