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Con el eje humeante de la velocidad, con los corceles de fuego y vapor, el día de hoy deja atrás el ayer como un sueño. Todavía, del tren apresurado de la Vida, vuelan hacia atrás lejos y rápido Los hitos de los padres, los mojones del pasado. Pero los corazones humanos permanecen inmutables: el dolor y el pecado, los amores y esperanzas y temores de antaño, son afines a los nuestros; y si, en los cuentos que contaban nuestros padres, en las canciones que cantaban nuestras madres, la tradición lleva una barba nívea, el romance es siempre joven.