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  • Quitaría la instrucción escolar de las manos del viejo orden de decrépitos y tartamudos maestros oficiales, así como de los nuevos y débiles maestros, que generalmente no son mejores para la instrucción popular, y la confiaría a los poderes indivisos de la Naturaleza misma, a la luz que Dios enciende y mantiene siempre viva en los corazones de padres y madres, al interés de los padres que desean que sus hijos crezcan en favor de Dios y del hombre.