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Las personas ávidas u obedientes que se someten a estos maremotos de clásicos y modernos encuentran todo maravilloso de una manera distraída. La maravilla los baña en lugar de penetrar en ellos, y uno de sus efectos es hacer que cualquier cosa chocante o extraña sea de repente lo suficientemente interesante como para ganar un mes de celebridad. Y así, otro subproducto de nuestra política de "venga uno, venga todo" es la tendencia a premiar la astucia, no el arte, y a poner un obstáculo más en el camino del artista verdaderamente original.