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Quienes ejercen la autoridad dentro de las instituciones y las estructuras sociales intentan justificar su dominio vinculándolo, como si fuera una consecuencia necesaria, con símbolos morales, emblemas sagrados o fórmulas jurídicas que son creídas ampliamente y están profundamente interiorizadas. Estas concepciones centrales pueden referirse a un dios o dioses, a los "votos de la mayoría", a la "voluntad del pueblo", a la "aristocracia de los talentos o la riqueza", al "derecho divino de los reyes" o a la supuesta dotación extraordinaria de la persona del propio gobernante.