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  • La voz de Cristo suena ahora para cada uno de nosotros en amorosa invitación; y aunque estemos muertos en pecado y duros de corazón, podemos escuchar y vivir. Cristo mismo, hermano mío, siembra ahora la semilla. Tened cuidado de que no caiga sobre vuestras almas, sino dentro de ellas.

    "Dictionary of Burning Words of Brilliant Writers" by Josiah Hotchkiss Gilbert, (p. 85), 1895.