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  • Aprendamos cómo el amor de Cristo, recibido en el corazón, triunfa gradual pero seguramente sobre todo pecado, transforma el carácter, convirtiendo incluso su debilidad en fortaleza, y así, desde las profundidades de la transgresión y las mismas puertas del infierno, eleva a los hombres hacia Dios.

    Alexander Maclaren (1873). “Sermons preached in Manchester”, p.76