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[Vonnegut era un escritor cuyo gran don era que siempre parecía estar hablando directamente contigo. No estaba escribiendo, no estaba alardeando, simplemente te estaba contando a ti, a nadie más, cómo era, de qué iba todo aquello. Esa intimidad le hizo muy querido. Podemos admirar el arte de John Updike o Philip Roth, pero amamos a Vonnegut.