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  • En el accidentado ámbito de la experiencia humana, las estaciones se entremezclan como en la edad de oro: el fruto y la flor cuelgan juntos; en el mismo momento la hoz siega y la semilla es esparcida; uno cuida el racimo verde y otro pisa el lagar. Más aún, en cada una de nuestras vidas la cosecha y la primavera son continuamente una, hasta que la misma Muerte nos recoge y nos siembra de nuevo en sus campos invisibles.

    George Eliot (2009). “Daniel Deronda”, p.693, Oxford Paperbacks