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Traed la prímula que muere desamparada, la pata de gallo y la pálida gessamina, la rosa blanca y el pensamiento de azabache, la violeta resplandeciente, la rosa mosqueta y la parra bien atada, con la flor de vaca que cuelga de la cabeza pensativa, y todas las flores que lleva el triste bordado: Que el amaranto derrame toda su belleza, y los narcisos llenen sus copas de lágrimas, para esparcir el laureado féretro donde yace Lácido.